Ruega humildemente,
cual ser carente de virtud,
por aquella seguridad irracional
necesaria para dimitir
tus más profundos miedos.
Aclama por él:
-convencimiento íntimo necesario,
ausente de razón-,
para generar
conocimiento eterno.
Y, tal ves!
justo de pronto...
Podrás confiar en mí.